3. FORMAR A LA PERSONA MORAL
Los aportes teóricos hasta aquí resumidos no hacen sino recordarnos la necesidad de replantear la manera en la que nos referimos a la tarea de promover la libre y autónoma adhesión a valores universales por parte de nuestros estudiantes.
Sabemos ya que el “rótulo” más adecuado no es “Educación en valores”, y sabemos también que no estamos muy cerca de decidir si debemos llamarle “Formación Ética” o “Formación Moral”. Sin embargo, es evidente que la complejidad de la persona a la que se está formando nos obliga a diseñar una propuesta que involucre a las instituciones educativas en su integridad.
Para Susana Frisancho (2001), la educación moral, es inherente a la labor del educador, pues aunque el docente no se lo proponga está haciendo una educación moral y esto demanda de nosotros pensamiento crítico, fortaleza de carácter, autorreflexión, dedicación constante.
Además, reconocer que la persona se encuentra inserta en un espacio de deliberación permanente, nos convoca a organizar las instituciones educativas de manera tal que ellas mismas sean organizaciones éticas/morales, en las que las oportunidades de poner en juego la sensibilidad moral, el razonamiento moral, el comportamiento moral, y cada uno de los componentes antes señalados sean abundantes. Es imposible por tanto, construir una sociedad auténticamente democrática contando únicamente con individuos técnica y socialmente diestros, pero también es imposible construir organizaciones éticas sin las voluntades de sujetos moralmente autónomos.
La cuestión detrás de los “rótulos” por los que nos decidamos es entonces algo más que una cuestión de términos, es una opción por una manera de fundamentar los principios éticos/morales, por una manera de entender el juego entre identidad y alteridad (y la existencia de la verdad), así como una forma de entender a la persona y a la educación.
Las estrategias por las que nos inclinemos, finalmente serán consecuencia de estas primeras opciones y pueden pasar por una recreación crítica y creativa de las mismas, apoyada en una sólida reflexión y posición conceptual.
En el Proyecto “Educación y Cultura de Paz”, hemos optado por el término Formación Moral, porque entendemos que “la formación moral es un modelo que defiende la autonomía del sujeto, reconociéndole su capacidad para tomar decisiones y actuar en función de criterios internos libremente escogidos, pero que a la vez destaca el papel que los demás tienen en la formación de cada individuo. Se entiende que la moral no viene dada desde afuera, ni tampoco se descubre, sino que se construye, y este proceso de construcción se basa en el diálogo: diálogo con uno mismo y con los demás”. (Puig, J.M & García M.; 1998:23).
REFLEXIONAMOS:
• ¿Por qué es importante el “ser democrático” para asegurar (de manera institucional) que nuestras escuelas sean organizaciones ético/morales?
•¿Cómo construimos la personalidad moral de los alumnos en nuestras instituciones educativas? ¿Cuáles son los procesos que seguimos para ello?
Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. (Lucas 6:31)
Que Dios te bendiga.
Recopilado por:
alimentoparalamente@gmail.com
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