9. LA LABORIOSIDAD
Llamamos trabajo al esfuerzo que hacemos para conseguir algo por nosotros mismos o con la ayuda de los demás. Gracias al trabajo podemos hacer realidad algo que teníamos en mente, arreglar algo que no funcionaba, corregir algo que estaba mal o crear algo que antes no existía.
Son muchas las cosas que podemos lograr por medio del trabajo. Se trata de una fuerza con un gran poder de transformación, que ha llevado a la humildad a los más altos niveles de desarrollo y civilización.
PARA SER BUENOS TRABAJADORES...
•Procuremos ver en nuestro trabajo algo más que la actividad con lo que nos ganamos la vida.
•Recordemos que no hay trabajos indignos. La dignidad o indignidad de un trabajo depende de nuestra actitud hacia él.
LOS TRES CERDITOS
Una familia de cerditos era tan pobre que la mamá no tuvo más remedio que enviar a sus tres hijos por el mundo en busca de fortuna. Cada uno tomó un camino distinto.
Luego de andar un buen rato, el primero de los cerditos encontró un hombre que llevaba un haz de paja a la espalda.
¿Me harías el favor de regalarme un poco de paja? le pidió el cerdito muy amablemente. Necesito construirme una casa para vivir.
El hombre le dio la paja y el cerdito se construyó una choza.
Al rato alguien llamó a la puerta. Era el lobo.
¿Quién es? preguntó el cerdito.
Soy yo, cerdito, déjame entrar respondió el lobo en voz melosa.
¡Ni te lo sueñes!
En ese caso soplaré hasta derribar tu casa. El lobo sopló con tal fuerza que el rancho de paja del cerdito cayó al suelo y el cerdito tuvo que correr para salvar su vida.
Mientras esto ocurría el segundo cerdito había construido una casa de madera con unas tablas que le había regalado un leñador. Acababa de terminarla cuando llegó corriendo el primer cerdito gritando:
El lobo tumbó mi casa de paja y estuvo a punto de devorarme, rápido entremos a tu casa que allí estaremos a salvo.
A los pocos minutos llegó el lobo y llamó a la puerta. Hola cerditos, déjenme entrar. ¡Ni te lo sueñes! contestaron los dos cerditos.
Entonces soplaré y soplaré hasta derivar esta casucha de palo, gritó el lobo furioso y sopló con tal fuerza que la casa del segundo cerdito no tardó en venirse abajo, obligando a sus dos ocupantes a correr despavoridos en busca de refugio. Entre tanto el tercer cerdito estaba construyendo su casa de ladrillos, cuando llegaron sus dos hermanos con la lengua afuera.
¡El lobo tumbó nuestras casas y nos viene persiguiendo!
Exclamaron, completamente asustados.
¡Rápido, ayúdenme a terminar esta casa! les ordenó el tercer cerdito, y de inmediato se pusieron a trabajar. Cuando la casa estuvo lista, se metieron dentro.
El lobo no tardó en llegar. Estaba más hambriento que nunca, y con la voz más
suave y fingida posible, les dijo:
Déjenme entrar, cerditos, les traigo una gran noticia.
¡Ni te lo sueñes! contestaron los cerditos.
Entonces derribaré su miserable casa con mis resoplidos, rugió el lobo furioso. Pero por más que sopló la casita de ladrillos de los cerditos no cayó.
Enloquecido, el lobo se metió por la chimenea y cayó justo en la olla de la sopa que preparaban los cerditos para la cena y allí se cocinó.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Que Dios te bendiga.
Un abrazo
Tu Amigo: Carlos Félix.
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